Abriendo tus brazos,
como suaves lazos,
me envuelves en tu calor,
en tu dulzura,
dulce amor.
Recordando tu sonrisa,
tal vez una frágil risa,
me trasladas al paraíso de la felicidad,
al jardín del sueño,
de la infinidad.
Apagas mis quebrantos,
mis tristezas y mis llantos,
calmas mis manías,
alivias mis dolores,
día a día.
Mágico y celestial,
me das una sola señal,
la de poder estar a mi costado,
en cada impulso que doy
de lado a lado
Estoy callado
como un niño sonrojado,
contemplando tu belleza,
y hermosura
ajena a la naturaleza.
Das vida a las hojas secas
que yacen en el suelo por el viento
como frutas frescas
cuan campesino se adueña en el invierno.
Mirando a las nubes formar,
quisiera volar,
ya no siento el miedo,
porque se que estoy
tocando el cielo.
lunes, octubre 27, 2008
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