lunes, octubre 01, 2018

Exilio

Tus ósculos mudaron de sabor,
antes los recibía en los labios,
ahora en la mejilla elegida por Judas,
manifiesto desleal.

Así como huía de la ciudad
para encontrar amapola en el campo,
ahora dejo que las flores se marchiten
detrás de tu ventana empañada por el invierno.

Descubrí la fortuna de un ruin pirata,
a miles de kilómetros del litoral peruano,
pero ahora solo queda el cofre maltrecho,
desmantelado de pies a cabeza,
con pobreza infinita en los bolsillos.

El clima enajenado de la costa,
ha dejado a su paso enfermedad y tristeza,
como tu voz chillona
apagó las luces de mis aposentos
y secó los últimos tres pétalos de rosa
que teñían de color mi huerto pálido.

La luna dejó de caer porque paralizaste el cielo
y porque tus palabras calaron
en las montañas accidentadas.
Le quitaste la esencia a la flora de la amazonia
y la vitalidad de la fauna de nuestros andes.

Ya no me tocas con todos tus dedos
como toco un arpegio debajo de la aurora,
porque mi guitarra está quebrada
y yace en el suelo agonizando de dolor.