domingo, julio 11, 2010

Equivocadamente enamorada

Llevas suelas gastadas de tanto caminar,
lloraste un río sin cesar,
haz roto el abanico de promesas,
tiraste por la ventana las terapias,
y engañaste a tu propio corazón.

Los amoríos no se quitan a tirones
ni en cátedras de psicología,
ni con calmantes por las noches,
ni tampoco con un "A Dios" y después con un "hasta luego",
sino con esperanza y sin debilidades.

El amor puede convertirse en un zapato
viejo, usado y polvoriento,
cuando hay descuido y desgastes.

Hay ocasiones en que el amor no es de color rojo,
sino de naranja degradado,
y se compara con una astilla en la palma de tu mano:

"Si te tocas y te rozas la mano
sentirás el pinchazo profundamente en la piel.
Si omites el dolor y obvias los constantes pinchazos
dejarás la astilla para otro día
y seguirás sintiendo el malestar hasta que llegue el momento
de tomarte la molestia en quitártelo.
En cambio, si retiras la astilla de raíz sin dejar partícula alguna
no volverás a sentir los pinchazos nuevamente."

Los tormentos hay que batallarlos con pararrayos,
y los tragos amargos hay que endulzarlos con helados de fresa.

Cuando vives en una nube es maravilloso,
sientes que los ángeles cantan a tu alrededor,
y que las sirenas nadan en tu alberca,
además, no tienes sueños en tu vida,
sino vives en tu sueños.
Pero cuando cambia de estación se derriten las nubes
y se diluyen los sueños.

El amor no sirve para arrancarte una lágrima de los ojos,
ni para destrozar en mil pedazos el corazón,
menos para humillarnos suplicando querer.

El amor se construye de ambos lados,
se siembra, se cuida, se riega con magia,
y se cosechan los mejores frutos
para disfrutarlo juntos en el jardín de Afrodita.

Deberían cumplir sentencia los sujetos que ilusionan
y engalanan interesadamente a las musas enamoradas.

Aveces llevamos la maldita venda sobre los ojos,
y nos dirigimos por el camino que creemos correcto,
sin embargo,
la realidad se encuentra a la vuelta de la esquina,
y nos sorprendemos cuando estamos frente a ella.

Estos soles, y estas lunas,
las vives
equivocadamente enamorada.